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lunes, 16 de octubre de 2017

LA MERIENDA CON ÁNGEL GONZÁLEZ

A veces es bueno dulcificar la gravedad de algunos poemas y hacerlos inocentes, con  imágenes  que ayuden a degustarla. Como es el caso de este poema de Ángel González, en tono desolado, que a modo de soliloquio, hila con fina ironía el vacío existencial de un hombre, una tarde cualquiera, de un día cualquiera, al que nada le sucede y nada espera.



Todos los poemas tienen una forma de amor decía la poeta polaca W.Szymborska, incluso aquellos que trasmiten el mal, y justamente es así como entiendo yo la poesía de Ángel González. Detrás de esa continua expresión existencial que arroja y arrastra al hombre hacia una muerte sin esperanza, hay un alma vieja que conserva la dulzura y el sabor a "galleta maría", en  toda su sencilla riqueza.

Pese a la sórdida y  decadente existencia  del hombre, que al final de los cielos no encuentra nada más que vacío, en la bondad de la vida,  cuando se vive con amor y para él, hay muchos momentos de esperanza. En ese largo recorrido donde se amasa y se hornea la vida, el amor y su inteligencia nos salva, como nos salva su poesía. Hay quien encuentra en ella  deleite y consuelo.

El amor nos delata y también nos desarma. Agradezco infinito la manera en que tú lo cuentas en tus versos. Tu poesía me alimenta y me acompaña. Podrá  alguien intentar mejorarla, con fórmulas nuevas, para seguir haciéndola buena, pero no tendrá tu nombre Ángel González.
   
Os invito cualquier tarde a merendar en la buena compañía de este excelente poeta, y a morder sin miedo su poesía.

Elena



MERIENDO ALGUNAS TARDES




Meriendo algunas tardes:
no todas tienen pulpa comestible.

Si estoy junto a la mar
muerdo primero los acantilados,
luego las nubes cárdenas y el cielo
-escupo las gaviotas-,
y para postre dejo las bañistas
jugando a la pelota y despeinadas.

Si estoy en la ciudad
meriendo tarde a secas:
mastico lentamente los minutos
-tras haberle quitado las espinas-
y cuando se me acaban
me voy rumiando sombras,
rememorando el tiempo devorado
con un acre sabor a nada en la garganta.


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