Yo siempre he estado mucho más interesada en lo que pasa dentro que en lo de afuera, hablo por boca de mi misma, me lo recuerdo porque a veces hasta lo dudo. Lo de afuera lo atendí mucho más que lo de afuera a mi, y contra más lo atendía más enmudecía: ¡tanta la falsedad, la mentira, la decepción y la trampa...! Casi todo lo que sé y tiene valor e interés, desde que uso la razón, lo he aprendido observando con todos mis sentidos y con la boca cerrada: actuando lo necesario hasta "desgañitarme los huesos y la esperanza".
No se si los demás aprendieron mucho o poco de mi, o nada, pero yo si aprendí mucho de ellos. Contra más observaba y escuchaba, y contra más y más observo y aprendo mayor fue y es mi interés por decir nada: nada -hoy no cuenta- y mucho menos de utilizar la palabra de la manera tan indigna como se la utiliza ahora.
La sordera en la calle, con tanto ruido y griterío, va en aumento, la necedad, los narcotraficantes del verbo, tantos los insultos, los insulsos de porexpan, los disparos de los francotiradores, las respuestas soeces, los listos por turnos y temporada, los idiotas anónimos y las emociones tontas y refritas de mal gusto de tanto tonto en acción benéfica asistiendo la tontería.
Yo, que creía en la palabra, -aún no he perdido la esperanza en ella- que ahora temo ser contagiada de estúpidas opiniones idiotas y tendencias de baratija al uso televisado: quincalla a granel en las redes, en los noticieros, en los juzgados, -"tan serios, ilustradas señorías, los letrados"- por los políticos de medio pelo y los calvos, por los implantados y por los impostores de todos los oficios y colores.
Tantos tantos y requetetantos, tonteando con idioteces y debates basura cada día y por doquier, que esta mudez mía es cada día más grave. Porque digo yo que a lo mejor no es tan malo, que alguien calle para sanar la frase, el texto o el argumento y compense a la enferma y devaluada palabra de este mal trato, -en boca de tramposos, analfabetos funcionales y de idiotas al cuadrado-.
Reitero la mudez para estas fiestas, que es como me quedo yo de momento, pero solo de momento, a ver si cae del cielo la lucidez con los polvorones y dignifica la palabra en todas las bocas enfermas y sucias, y a mí se me va esta afonía.
Elena Larruy