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lunes, 17 de febrero de 2020

A PESAR DE LA HUMEDAD



Un texto breve en forma de prosa poética inspirado en otro de la poeta aragonesa Olga Bernad



Edward Fairburn



"A pesar de la humedad, el ruido, el debate político, el humo negro de los coches,  la alarma china, el todo vale en  los medios, los árboles desnudos del parque, el pesar de los tristes,  las fachadas desconchadas con las meadas de los perros, la alegría fingida del tendero, las horas huyendo en desbandada, la vecina chismosa con la que acabo de cruzarme; salgo de mi casa, saludo al día,  atravieso la calle, doblo la esquina y camino por la ciudad como si llevara puesta una hoguera, en medio del frío.
"Vivir me gusta. No lo niego"
Elena Larruy
  

lunes, 26 de septiembre de 2016

DE CHUP CHUP Y OTROS SECRETOS




Todo empezó en una conversación de cómo la cocinera de la escuela hacia un exquisito arroz con las alitas de pollo y un par de sobras del día anterior. La cocinera en cuestión, explicaba la compañera,  daba mucha importancia al sofrito, a ese momento  chup chup  a fuego lento y a las  cuatro verduritas frescas de temporada que añadía para completarlo.

Recordando el momento chup chup de la charla me vino a la cabeza los caldos tan ricos que preparaba mi madre en los inviernos:  esos que empañaban los cristales y te llenaban el corazón y la casa de nieblas, los mismos que invadían todos los rincones, impregnándolos  de un delicioso y humeante sabor de hogar. 

Un joven, pero experto, cocinero amigo me dijo una vez que los caldos de las abuelas, que tanto ponderábamos, no tenían más secreto que dejar consumir el agua, para que  las sustancias se concentrasen quedando así más gustosos: nada que no se pueda conseguir con una olla ultra rápida, o mejor comprando un tetrabric en el super, continuó . . . es de fácil entender ¡no tenemos tiempo! No es mejor la receta de la abuela, ni sus canelones de vicio, ni su estofado meloso a fuego lento, lento: lento todo  hasta la hartura del aburrimiento chup chup, remató con sorna y cierto fastidio. Entiende que son otros tiempos...
En ese instante de ofuscación momentánea me imaginé a mi madre desespumando el caldo con la espumadera,  y a sus brazuelos aburrirse en la olla con los huesos de jamón, el pollo, la deliciosa pelota danzando con los garbanzos...  y, cómo pasadas tres horas de "hartura y aburrimiento"  añadía las hiervas de su huerto o las que las vecinas le daban:  apio, nabo, chirivías, zanahorias, con su prórroga añadida de media hora -o tres cuartos- y el regusto de todos nosotros disfrutando de ese glorioso caldo humeante, con cuerpo, concentrado y gustoso, irrepetible, terriblemente bueno, que incendiaba los carrillos de los niños que alegres corrían a dibujar en los  cristales empañados, caras felices, lunas, corazones y estrellas, mientras ella envuelta en un bao de gozo, tierna y melosa como el pollo de su olla, llenaba los platos hondos -de hondura- de deliciosa sopa de letras que nos devolvía la alegría al cuerpo, la inspiración y la cordura. 

Cuando el corazón que aviva el chup chup y el fuego lento se para, queda el secreto en el alma de aquellos que probaron su sopa. Quien no la probó, nunca sabrá de secretos de cocina ni valiosas recetas. Lo otro es otra cosa. 


elena

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