domingo, 14 de junio de 2015

HORA DEL TÉ

Cuando parece que todo está vivido y el corazón se encoje y la fiebre de la tristeza nos consume, solo la alegría nos salva. Así que sonriamos aun cuando parezca que nadie nos mira.





Vivo en el centro de una pequeña ciudad de quince mil habitantes. En un extremo de la misma está el cementerio y en el otro vive una tía carnal que se quiere morir. Ayer entre sollozos y lamentos me lo repetía por teléfono. Yo la persuadía, le proponía que cuando decidiera irse, como mi casa quedaba al paso, que subiera a tomar café, ya lo discutiríamos.

Bajo mi techo vive mi querido padre, o sea su hermano, también mayor. Padece alzhéimer desde hace ocho años, en un proceso lento y degenerativo. Cuando la muerte le festeja más de cerca, como ahora que está hospitalizado por una infección respiratoria de la que piensa salir, nos dice a todos: ¡el que tenga prisa que pase delante! Y con ese talante cómico y por delante, sin ninguna duda, ha enterrado a casi todos los amigos y conocidos de su generación.

También está mi madre, a la que le tengo prohibido morir sin mi permiso. Unos días quiere irse -creo que está confundida y no sabe muy bien a donde- y otros deja que un abrazo la persuada de su idea, o una simple regañina cariñosa. Pero si realmente la quiero ver feliz solo tengo que poner en sus rodillas a mi pequeña nieta.

Yo soy la hija, la sobrina: la que media, la que cuida, la que cultiva la belleza en el jardín de sus vidas, la que regala emociones, la que les habla del sentido eterno de la vida. La que los sostiene cuando se doblan. Mis bienintencionados cuidados están lejos de ser perfectos y sufro a veces la impotencia de no saber cambiar el rostro  decepcionado y el sentimiento de soledad que tristemente acompaña muchas horas de la vejez de nuestros ancianos. 

También soy madre y esposa y ahora abuela. Tengo los años de la mujer invisible. La edad de pasar inadvertida a los ojos ajenos, ¡claro que los ajenos me importan lo mismo a mí! No por eso lloro lo que fue y se acabó, sonrío porque sucedió y por todo lo bueno que me queda por vivir.
Ahora que ya no soy tan lozana y distraída tengo un sentido más hondo y ancho de la belleza, y de la vida en todas sus concepciones. Conservo casi intacto el sentimiento efervescente de la juventud, porque soy y seré siempre joven. Lo siento así.

Cada instante que mi conciencia despierta y aprende, revitaliza en mí un sentimiento de fuerza y continuidad que me llena de alegría y me hace entender que no necesito que nadie me complete, todas las respuestas están en mi. De la misma manera se con certeza inescrutable, que el alma no se sostiene sin el abrazo y el aprecio de los nuestros.

Cuanto más amo la vida, más me ama la vida a mí, ¡qué gran descubrimiento!
Por eso no permito que  las desesperanzas me arrastren, que me visite mi tía, que las nostalgias y las tristezas invadan mi casa.

Detrás de cada final hay un principio, siempre hay un principio donde seguir aprendiendo y amando... por eso ya no invito a café a mi tía. Me pregunto si le gustará el té. Voy a llamarla. 


Un relato de Elena Larruy


Este es un relato que escribí hace varios años y que acabo de actualizar para una nueva publicación. Recoge la experiencia y el sentimiento claramente expresado de una hija, que soy yo,  por acompañar y cuidar el último escenario de la valiosa vida de unos padres que lo dieron todo por sus hijos. Cuando nos acercamos a la madurez entendemos más profundamente esa fragilidad, la gran necesidad de  cariño, cercanía y  reconocimiento  que necesitan nuestros mayores. Cuando los perdemos definitivamente nos invade un sentimiento de deuda y gratitud. 
Nunca es tarde, así lo siento, para decirles os quise, os quiero, os llevo en el corazón.      

HOJALDRE DE JAMÓN Y VERDURAS


La combinación de estos cuatro alimentos me ha parecido extraordinaria, por su gusto al paladar y también por su sencillez. Así que ahí va mi experiencia


                                               
                 Ingredientes y Preparación


Cortar 1 puerro en discos y 1 manzana a dados pequeños, rehogarlo todo en 2 cucharadas de aceite  durante 5 minutos. Sazonar con sal y pimienta blanca
Extender una  masa de hojaldre rectangular, pincharla  y cubrirla con las lonchas de jamón, 100 gr. aprox.
Repartir por encima las verduras rehogadas  enrollando  la masa sobre sí misma y sellarla.
Pintarla con huevo batido o leche  y cocerla en el horno, previamente calentado a 200 º  durante 25 minutos  o hasta que el hojaldre esté bien dorado



viernes, 12 de junio de 2015

CREMA FRIA DE PUERROS Y PERA



Esta Crema de verano resulta ideal para un entrante frio. Sorprende su rico sabor original y afrutado y es de sencilla elaboración. Su color blanco quizás no la hace muy apetecible a la vista, pero os puede sorprender. Probadla, creo que os gustará.

Cortar en rodajas finas un puerro de unos 200 gr., con una cebolla de 100 gr. y ponerlo a sofreír en 50 gr. de mantequilla, a fuego lento y  por un tiempo aproximado de  7 minutos. Añadir 150 gr. de patata cortada en finas láminas, mantener en el fuego 3 minutos.
Incorporar el caldo vegetal, unos 600 gr. y hervir a fuego moderado durante 10 minutos.
A continuación ya se pueden añadir las 4 peras, un pellizco de sal y otro de pimienta blanca molida. Dejar que hierva  otros 10 minutos.
Apagar el fuego y verter 100 gr. de nata. Triturar con batidora hasta obtener una consistencia cremosa.
Decorad con trocitos de jamón pasado por la sartén o cualquier alimento que le dé contraste visual y aromático.

                                                                                                                                       IDEAS ÚTILES
Para los que utilicéis  thermomíx podéis encontrar la receta en internet.  Yo he utilizado peras conferencia, también pueden ser de la variedad blanquilla, a ser posible que no estén verdes, el peso aproximado de fruta está en los 500 gr. Se puede  servir caliente si  es invierno, está igualmente rica, sobre todo si os gustan las cremas. Yo en esta ocasión la he terminado con cúrcuma fresca rallada (tiene muchas cualidades nutritivas)  y una ramita de perejil.


CORREGIR LOS INSTINTOS DEL CORAZÓN


El entusiasmo no carece de peligros y, abandonado a sus propios recursos, puede conducirnos a la temeridad. Cuando la pasión se desboca, sentimos deseo, una fuerza muy poco relajada. Cuando el deseo empieza a abrumarnos, se pierde la sensación de auténtica pasión.  Para volver a nuestro cauce, podemos aplicar el freno de la razón: el uso de la inteligencia para corregir los instintos del corazón. También podríamos tener en cuenta la moderación. Aristóteles tenía fe ciega en el << punto medio>>, es decir, en no apartarse del camino del centro. La pasión, entendida, como dar en lugar de consumir, es una virtud, no un instinto. Concíbela como un rio encauzado a orillas de una ciudad. Fluye libremente, pero en lugar de echar a perder la agraciada obra maestra urbana, la mejora.

miércoles, 10 de junio de 2015

LA DIVINIDAD EN EL ARTE

LA DIVINIDAD EN EL ARTE

No se puede buscar a Dios desde la interpretación intelectual: ahí no habita, o si lo hace solo está de paso. Vive entre líneas y espacios ocultos a la lógica de un razonamiento.

La divinidad existe en todo proceso creativo,  y se percibe desde un estado de silencio y armonía con una una mente aquietada, conectada a una red pacífica y amorosa. Desde ese escenario se   puede sentir la atmósfera y pulsión con lo divino.

Cuando me recojo en mi escritura  como hago ahora, la estoy sintiendo. Antes he dejado fuera mis preocupaciones. Me siento fresca y  ligera, como una mañana temprana de Mayo. Mi corazón aquietado, es como el lecho del río, que se deja acariciar; como su vereda, por donde fluyen mansos los pensamientos. Nada me detiene ni  sujeta. Si no lo impido, con el forcejeo de mis pensamientos, permito que todo suceda  de manera natural. Estoy en presencia de lo divino. Y desde ese estado de gozo y serenidad acontece la experiencia inconfundible, genuina, auténtica.

Yo puedo percibir a Dios contemplando un cuadro de Modigliani, en un insignificante gesto de cariño, mirando la luna llena de de San Juan,  acariciando la melena de  mi nieta -son su cabeza apoyada en mi regazo-  mientras miramos juntas una película. Lo puedo sentir abstraída en un bosque de hayas, bañada de los amarillos y rojos de otoño, o entre los rayos de sol que se cuelan por los entrehilos de la cortina colgada en la habitación en la que me encuentro, donde cuelgo la mirada que nada ve.
Aurelio Huguet

Cuando no  juzgo y  logro frenar el torrente de pensamientos que me invaden, también puedo  oírlo. ¿Y quién es él? nos preguntamos a menudo. Me temo que más  que menos veces  Dios es una creencia heredada: no cuestionada, sujeta a dictados, ritos y conductas perfectamente  orquestadas. Para cada uno de nosotros  es algo diferente; cada cual lo interpreta y viste con el hábito que más se le  parece, por cultura y formación; se  le pone alas, cetros, coronas, intenciones, palabras robadas, credos, dogmas (…)  Este no es mi Dios.

Mi Dios se expresa cuando vibro en un sentimiento de perfección y amor, cuando no temo, cuando me reconozco en los otros, cuando llevo dibujada en mi cara una sonrisa limpia, cuando "siento la pureza" -sin interpretaciones-, cuando no necesito defender ni justificar  mi verdad, cuando para quererme me sobran los intermediarios, cuando yo misma soy el prójimo.

Desde ese sentimiento de perfección que describo,  construyo y creo. Y  sucede que cuando  coloreo el lienzo, anoto en la partitura, o dibujo la estructura de un boceto  que busca el equilibrio, estoy impregnando de belleza y sensibilidad la obra creativa, la que más tarde compartiré con los otros para ser sentida, observada y disfrutada.

Es en ese proceso de alumbramiento creativo “musical” donde la letra: la mente organizada, con la música: el espíritu intuitivo, se confabulan para dar lo mejor de sí, la esencia de lo divino.

El arte en todas sus facetas nos  ayuda a entendernos y acercarnos a los otros -la comunión-. En cualquier manifestación de arte hay belleza, la veamos o no. El arte y la creación  se construyen de la mano de Dios. Su paraíso siempre está a nuestro alcance.
                                                                                                                                            Elena Larruy

martes, 9 de junio de 2015

BACALAO CONFITADO

 TIMBAL DE BACALAO CONFITADO CON BERENGENAS


                                                                          Timbal de Bacalao
I N G R E D I E N T E S

400 GR. BACALAO

½ LITRO ACEITE

400 GR.PATATAS

2 BERENJENAS

1 CEBOLLA (200 GR.)

½ litro ACEITE

12 PIMIENTOS DE PIQUILLO

200 ML. CREMA DE LECHE

6 DIENTES DE AJO, SAL Y ROMERO






                                                                                                          P R E P A R A C I Ó N
                                                                                                
Asar las berenjenas. Sacar la piel y eliminar el exceso del agua. Aromatizar el aceite con los ajos y el romero, a fuego muy suave. Confitar la patata y la cebolla en ese aceite, salpimentar y reservar en papel absorbente. Confitar el bacalao, un par de minutos, a de quedar más bien crudo, reservar en papel absorbente, dejar enfriar,  desespinar  y desmigar en pequeñas láminas.
Para la salsa pondremos en una sartén  30 cl. del aceite aromatizado, echaremos los pimientos con los ajos, lo dejaremos rehogar un par de minutos e incorporaremos la crema de leche, dejando que se reduzca y pasándola por el túrmix.
Montaremos los timbales en capas  por este orden, patatas, bacalao y berenjenas.
Finalmente dibujaremos en la base del plato unas líneas con la crema de los pimientos y presentaremos encima el timbal ya desmoldado con su toque de color.




lunes, 8 de junio de 2015

PERDIDAS Y GANANCIAS



YO SIEMPRE ANDO POR EL CAMINO DE LA AMBIGUEDAD, PORQUE SIENTO 
   LA CONTÍNUA TRANSFORMACIÓN:  SOMOS  CAMBIO,  SOMOS  PROCESO

Buscando el tono

Tramas y personajes observan aquí y allá con una nueva mascara. Lo hacen porque no se agotaron en mí, aún los estoy narrando.
No es un libro de ensayos, porque el tono solemne y la fundamentación teórica que el término requiere no me van. Tampoco son enseñanzas, no las puedo ofrecer.
Como en muchos campos de actividad, surgen nuevos modos de trabajar o crear que necesitan nuevos nombres. Que cada uno le dé a esta narración el nombre que quiera. Para mí significan esas palabras que digo al oído del lector, que tanto me gustan y que musito en novelas o poemas: una llamada para que se ponga a pensar conmigo.
Lo que escribo nace de mi propia maduración, un trayecto con altibajos, puntos luminosos y zonas de sombra. En ese transcurso entendí que la vida no teje solamente una tela de pérdidas, sino que nos proporciona una sucesión de ganancias. El equilibrio de la balanza depende en gran medida de lo que sepamos o queramos ver.
Buscar el tono justo: el de nuestro lenguaje, el de nuestro arte -y eso vale para cualquier persona- el tono de nuestra vida. ¿En qué tono la queremos vivir? En semitonos melancólicos, en tonos más claros, con prisa y superficialidad, o alternando alegría y placer con momentos profundos y reflexivos. Corriendo sólo por la superficie o, de vez en cuando, sumergiéndonos en aguas profundas. Distraídos por el ruido de alrededor u oyendo voces en las pausas y en los silencios: nuestra voz, la del otro.
¿Nuestro tono será de sospecha y desconfianza o serán balcones que se abren al paisaje más allá de cualquier límite? En parte depende de nosotros.
En el instrumento de nuestra orquestación somos -junto con fatalidades, genética y azar- los afinadores y los artistas. Somos, ante todo, constructores de nuestro instrumento. Lo que vuelve a la lucha más difícil, pero mucho más instigadora.
Aunque sea un discurso íntimo, éste puede parecer en ciertos momentos un libro cruel: digo que somos importantes, y buenos, y capaces, pero también digo que somos muchas veces frívolos, que somos mediocres demasiadas veces. Digo que podríamos ser mucho más felices de lo que en general nos permitimos ser, pero tenemos miedo del precio que quizás haya que pagar. Somos cobardes.
Pero ha de ser un libro esperanzado: soy de los que creen que la felicidad es posible, que el amor es posible, que no existen sólo desencuentro y traición, sino ternura, amistad, compasión, ética y delicadeza.
Pienso que en el curso de nuestra existencia necesitamos aprender esa materia desacreditada que se llama “ser feliz”. (Veo cejas que se alzan irónicamente ante mi romántica afirmación).
Cada uno en su camino y con sus singularidades. En el arte, como en las relaciones humanas, que abarcan los diversos lazos amorosos, nadamos contra corriente. Intentamos lo imposible: la fusión total no existe, es inalcanzable compartirlo todo. Lo esencial no puede compartirse: es descubrimiento y susto, gloria o condenación de cada uno, solitariamente.
Pero en un diálogo o en un silencio, en una mirada en un gesto de amor como en una obra de arte, puede abrirse una rendija. Observarán juntos el artista y su espectador o su lector, como dos amantes.
Y así, hiriéndonos rodillas  manos, vamos andando.
Por eso escribo y escribiré: para instigar a mi lector imaginario - ¿sustituto de los amigos imaginarios de la infancia?- a buscar en sí mismo y a compartir conmigo muchas inquietudes sobre lo que estamos haciendo con el tiempo que se nos da.  
Pues vivir debería ser – hasta el último pensamiento y la postrera mirada- transformarse.
Lo que estoy escribiendo no son meros devaneos. Soy una mujer de mi tiempo, y quiero dar testimonio de él como mejor puedo: soltando mis fantasías o escribiendo sobre el dolor y la perplejidad, la contradicción y la grandeza; sobre la enfermedad y la muerte. Lamentando la palabra en el momento no oportuno y el silencio en el momento en el que habría sido mejor hablar.
Escribo continuamente sobre la posibilidad de que seamos responsables e inocentes en relación con lo que nos ocurre.
Somos autores de buena parte de nuestras elecciones y omisiones, de la audacia o la conciliación, de nuestra esperanza y fraternidad o de nuestra desconfianza. Sobre todo debemos resolver cómo empleamos y saboreamos nuestro tiempo, que es siempre, al fin y al cabo, nuestro tiempo presente.
Pero somos víctimas inocentes de las fatalidades y de los azares brutales que nos roban amores, personas, salud, empleo, seguridad, ideales.
De modo que mi perspectiva del ser humano, de mí misma, es contradictoria, porque somos contradictorios y en ello reside el estímulo.
Somos transición, somos proceso. Y eso nos perturba.
El flujo de los días, los años, las décadas, sirve para crecer y acumular, no sólo para perder y limitar. Con esa perspectiva nos volveremos señores, no siervos. Personas, no pequeños animales aturdidos que corren sin saber a ciencia cierta por qué.
Si mi lector y yo coincidimos en nuestro tono recíproco, este monólogo inicial será un diálogo, aunque jamás llegue yo a contemplar el rostro del otro que, al fin y al cabo, se convierte en parte de mí.
Entonces mi arte habrá cumplido algún objetivo.

 LYA LUFT

LAS MENTES CERRADAS


 

EL PROBLEMA DE LAS MENTES CERRADAS ES QUE SIEMPRE TIENEN LA BOCA ABIERTA . . .


martes, 2 de junio de 2015

NADA









YO NO HAGO NADA. NO PIENSO NUNCA QUE
 SOY YO QUIEN HA DE VELAR PARA QUE LAS CEREZAS  TENGAN  RABO.  ESTOY  AHÍ, MARAVILLÁNDOME  DE  LO  QUE  LA  
               NATURALEZA ES CAPAZ                          
 Carl Gustav Jung
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