martes, 21 de febrero de 2017

ALUMBRANDO CAMINOS Gil de Biedma

Renunciar a dejar huella, a ceder tu bocado, a soltar el caballo que ya no puedes montar; cuestionarte el valor de los aplausos... callar la boca y los sentimientos, ¿y qué más? ...    




Kwangho Shin




   NO VOLVERÉ A SER JOVEN

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma



En memoria y recuerdo de Gil de Biedma en el 25 aniversario de su fallecimiento. Este enlace nos acerca al conocimiento de su persona y su obra intemporal. Entrar

viernes, 17 de febrero de 2017

Carilda Oliver Labra - Poesía Erótica


Carilda Oliver


El instinto erótico pertenece a la naturaleza original del hombre ... Está relacionado con la más alta forma de espíritu. Carl Gustav Jung




Me desordeno, amor, me desordeno



Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada,
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

De: memoria de la fiebre






Declaración de Amor

Make love, no war




Pregunto si llevo corazón

cuando despierto el peligro entre sus muslos,
si me equivoco
cuando preparo la única trinchera
en su garganta.

Yo sé que la guerra es probable;
sobre todo hoy
porque ha nacido un geranio.

Por favor, no apuntéis al cielo
con vuestras armas:
se asustan los gorriones,
es primavera,
llueve,
y está el campo pensativo.
Por favor,
derretiréis la luna que da sobre los pobres.

No tengo miedo,
no soy cobarde,
haría todo por mi patria;
pero no habléis tanto de cohetes atómicos,
que sucede una cosa terrible:
lo he besado poco.







Discurso de Eva


Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?
Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.

¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.

De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.

Amor...
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?

Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida.
Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
Y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco
a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.

Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle.
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.

Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana


jueves, 16 de febrero de 2017

DÉJAME VIVIR EN TU CORAZÓN

Será por que siempre anda abriendo puertas por lo que cuando  lees su poesía esta te acoge y envuelve, como el sépalo a la flor . Hace mía su voz y su herida y lo hace de manera entendible, entrañable y balsámica.

Me llamo Begoña, pero me llaman "rara" No escribo nada que no pudiera entender mi madre. Esa es mi medida de "lo importante", tanto en la forma como en el fondo. Se define así misma como una mujer sincera, honesta y desnuda. También dice de ella que es una herida que habla y que "estoy poeta" porque quiero, porque cada verso para mí es una reclamación de paz.
Pero a mí escribir me salva -concluye-. Esa es mi forma de estar en el mundo y también mi forma de querer y de ser“.

He elegido de su libro Estoy Poeta (o diferentes maneras de estar sobre la tierra) pequeños poemas, que nos  cuentan  como es ella y  su maravillosa manera de dejar huella con su voz y su talento poético. 

Begoña Abad





Sesenta y tres años

para plantar un Alepo,

escribir ocho libros,

tener dos hijos

y para saber lo que es,

por fin, amar a un hombre.






Si pudiera elegir

escribiría como tú:

todo luz.

Pero sólo tengo el brillo

de la noche que soy.





La transparencia,

la desnudez,

la mayor de mis fortalezas.





Vine a este mundo como aprendiz de amor

Todas mis desdichas suceden

cuando lo olvido

y me empeño en hacer algo más importante.





No sé por que escribo todavía,

Tantas palabras,¿ para qué?

Las más grandes hazañas

siempre las he hecho piel a piel,

sin palabras.




Ojalá me encontraras siempre

 dentro de ti.

Aunque la vida se empeñe

en convertirte en piedra.




Hasta que no llegaste no tuve casa.

Tu ni siquiera lo sabes




Hoy tendría suficiente

con un centímetro de tu piel

para dedicarle veinticuatro horas





El lado frío de la cama me recuerda

que sigues siendo invierno

y que yo soy casi siempre, primavera.




Ha de ser a fondo,

a fondo perdido,

que yo sea,

con todas las consecuencias.




Un último deseo:

déjame vivir en tu corazón

cuando me haya ido.

sábado, 11 de febrero de 2017

PAISAJES FRONTERIZOS


Sueñan las palabras
 que despiertan,

al océano de tu pecho.
A la orilla de tu mano
al alba
 nacen versos.

Elena Larruy


Florence Coll





ANCLANDO SUEÑOS


Romualdas Balinskas



Queríamos crecer
como la hierba
y estuvimos huyendo muchos años
sin tierra, sin raíces.
Navegamos en islas, inviernos y castillos.
Volamos sobre puentes y molinos de viento.
Recorrimos las hojas de panteones antiguos,
los urinarios públicos y los barrios judíos.
La nieve hizo de nuestras huellas
un camino hacia pueblos bebedores de vino.
Hicimos el amor en catacumbas,
en trenes sin fronteras, monasterios, arroyos.
Cada lugar se volvía un puerto extraño
para zarpar al amanecer.
Ahora que hemos anclado nuestros sueños,
contamos las imágenes pasadas
para sentir otra vez que estamos vivos.

Marisa Trejo Sirvent
 a José Luis Ruiz Abreu



Raluca Deca


Razón del Sueño

No es el modo casual con que caminas,
ni el dibujo inexacto de tu mano:
es tu ruda tristeza mal vestida
quien se pone de acuerdo con los astros.

Cansado de nacer para los ángeles,
tienes todo el dolor de la ceniza.
Alarma cotidiana de mi sangre,
pasajero rebelde de esta herida:
sucedes por adentro de mi carne
y dueles en el centro de mi misma.

Carilda Oliver Labra




... recuerdo tu sonrisa, cierro los ojos, y la sostengo en mi sueño


Xi Pan





Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder

José Saramago


Antonio Fillol




Juventud nunca vivida quien te volviera a soñar.
Antonio Machado

Christian Coigny






Antonio Lopez




E L S U E Ñ O

Máscara tibia de otra más helada
sobre tu cara cae y si te borra
naces para un paisaje de neblina
en que tus muertos crecen, la flor corre.
Allí el mito despliega sus arañas;
y enflora la sospecha; y se deshace
la cólera de ayer y el iris luce;
y alguien que ya no es más besa tu boca;
Que un no ser, que es un más ser, doblado,
prendido estás aquí y estás ausente
por praderas de magias y de olvido.
¿Qué alentador sagaz, tras el reposo,
creó este renacer de la mañana
que es juventud del día volvedora?

Alfonsina Storni




Dee Neckerson



Sueños


No te dejes.
No permitas que tus pasos propaguen el veneno,
vestido de venganza
compungida.

Si supieras
cuán pleitesía rindes al cuchillo
contemplando la herida tanto rato,
extraviándote en ella
cual aurora, donde aprender pudiste qué es lo bello.

Ahórrale a la tierra cualquier daño
vertido por despecho.
Ya tiene suficiente con aquellos
que anticipan la muerte:
los hijos naturales de fusiles
empuñados en orden obsecuente,
la camada común de la pobreza,
los dolores de Juicio sin testigos,
los sueños de pateras rodeadas de agua
de cuantos desconocen
cómo se siente un hombre
cuando llega a su casa cada día.

Los males de los que fuiste objeto
quémalos,
y esparce las cenizas,
de modo que tu herida
sea nube,
no el espejo de un cielo
condenado al reproche
al que no das descanso
-piénsalo-,
con tu antorcha encendida
alumbrando perfidias
rebosantes de pus.

Aparta de tu vista los oscuros pesares
que duelen a destiempo.
Ya no les perteneces.
Aun si fuera mentira que amanece de nuevo,
hay sueños que sostienen la
belleza del mundo.
Suéñalos.

M.Jesus Mingot





Pablo Picasso




VOY A DORMIR 


Dientes de flores, cofia de rocío, 
manos de hierbas, tú, nodriza fina, 
tenme prestas las sábanas terrosas 
y el edredón de musgos escardados. 
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. 
Ponme una lámpara a la cabecera; 
una constelación, la que te guste; 
todas son buenas: bájala un poquito. 
Déjame sola: oyes romper los brotes... 
te acuna un pie celeste desde arriba 
y un pájaro te traza unos compases 
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo: 
si él llama nuevamente por teléfono 
le dices que no insista, que he salido... 

ALFONINA STORNI



“Indivisible centro de vida temblorosa,
dime,
cuántos mares habitan en tu seno,
y cuántos resucitan cuando tú desfalleces.”

M.Jesus Mingot
Fragmento del poema Lluvia



Pablo Picasso





Ojalá te encuentre por aquí, en alguna calle del sueño. Es una alegría ésta  de aprisionarte con mis párpados al dormir.


Jaime Sabines


Daniel Huenedgardt


Más paisajes de poesía y sueños aquí

miércoles, 8 de febrero de 2017

EL VALOR DE LA SONRISA SILENCIOSA

Carta que Abrahan Lincoln escribió en 1830 al maestro de su hijo Robert Todd Lincoln dejando clara evidencia de la enorme responsabilidad que ponía en sus manos, donde le manifestaba las líneas maestras a seguir en cuanto a normas de conducta moral y éticas para el fortalecimiento de la personalidad de su hijo.





Estimado profesor:

Mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos, no todos son verdaderos, pero por favor decirle que para cada villano hay un héroe, que para cada egoísta, también hay un líder dedicado.

Enséñele que para cada enemigo, allí también habrá un amigo. Enséñele que es mejor obtener una moneda ganada con el sudor de su frente que una moneda robada. Enséñele a perder, pero también para aprender a disfrutar de la victoria, háblele de la envidia y sáquelo de ella, dele a conocer la profunda alegría de la sonrisa silenciosa, y a maravillarse con los libros, pero deje que él también aprenda con el cielo, las flores en el campo, las montañas y los valles.

En las bromas con amigos, explíquele que más vale una derrota honrosa que una victoria vergonzosa.

Enséñele a creer en sí mismo, incluso si está solo frente a todo el mundo. Enséñele a ser suave con los gentiles y ser duro con los duros, enséñele a nunca entrar en un tren, sólo porque otros entraron.Enséñele a escuchar a todos, pero en la hora de la verdad, decidir solo, enseñarle a reír cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar las multitudes que claman sangre y a luchar solo contra el mundo, si piensa que es justo. Trátelo bien, pero no lo mime, ya que sólo en la prueba de fuego se sabe que el acero es real. Déjelo tener el coraje de ser impaciente y a tener coraje con la paciencia. Trasmítale una fe sublime al creador y fe también en sí mismo, porque sólo entonces puede tener fe en los hombres. Sé que le pido mucho, pero vea lo que puede hacer querido profesor.

domingo, 5 de febrero de 2017

MADRE FOSIL


Djordje Prudnikoff


Con una tristeza como pan sin miga
me he despertado hoy
sabiéndote dolido y asustado
aunque nunca lo confieses
(tal vez ni lo sepas)
Sabiéndote en la batalla
que tú ignoras aún y yo presiento,
como te presentí en mi vientre,
una súbita alteración de mi orden me lo dijo.
Igual que entonces tejí tu bienvenida
elijo ahora lugares donde aguardar.
Que sé que has de alejarte
porqué llegó tu hora
y yo preparo con esmero
lo que has de llevar para el camino.
Saldrás de la aldea que fuí
y treparás riscos mientras yo desciendo
al infierno de tu ausencia.
Más manos quisiera ahora
para empujar tus alas,
y menos días para vivirte lejos.

Begoña Abad
Estoy poeta
(o diferentes maneras
de estar sobre la tierra)



MADRE FOSIL

Ojalá me encontraras siempre
dentro de ti
Aunque la vida se empeñe
en convertirte en piedra.
Begoña Abad

Djordje Prudnikoff


DEFINICIÓN DE HIJO

Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje. Sí, ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo ¿No es nuestro? Fue apenas un préstamo... El más preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros sólo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenece a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos.

José Saramago


jueves, 2 de febrero de 2017

PROBABLEMENTE ALEGRÍA

Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos

Puneet Bikram


Probablemente Alegría



En la isla a veces habitada de lo que somos,
hay noches, mañanas y madrugadas
en que no necesitamos morir.
En ese momento sabemos todo lo que fue y será.
El mundo se nos aparece explicado definitivamente
y entra en nosotros una gran serenidad,
y se dicen las palabras que la significan.
Levantamos un puñado de tierra
y la apretamos en las manos. Con dulzura.
Allí está toda la verdad soportable:
el contorno, la voluntad y los límites.
Podemos en ese momento decir que somos libres,
con la paz y con la sonrisa de quien se reconoce
y viajó alrededor del mundo infatigable,
porque mordió el alma hasta sus huesos.
Liberemos sin apuro la tierra donde ocurren milagros
como el agua, la piedra y la raíz.
Cada uno de nosotros es en este momento la vida.
Que eso nos baste.

José Saramago


lunes, 30 de enero de 2017

LA CARICIA NECESARIA




La presión genera en los demás el espejismo de la eficiencia a corta plazo, la curva de rendimiento puede ser explosiva, pero esa persona petará y la disfunción a largo plazo en esa persona será extraordinaria ...

Trata a un ser humano como lo que puede llegar a ser y se convertirá en lo que está llamado a ser.

Hay muchas maneras de acariciar y  no solo desde el contacto piel con piel...




La caricia de los sueños
que son prodigio y encanto
adolecen de un defecto
no tienen tacto.

Mario Benedett
De su poema
 informe sobre caricias


De estas y otras caricias nos habla Alex Rovira en este corto vídeo que recomiendo ver, por que todos andamos escasos de ellas.


Alex Rovira



Se me va de los dedos la caricia sin causa,
Se me va de los dedos...En el viento, al pasar
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quien la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara al llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará...rodará...
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni


sábado, 28 de enero de 2017

NACER ARROYO


Nacer arroyo, aprovechar los arroyos que se suman a tu caudal y llegar al mar teniendo algo que aportar.


Capullo de Peonía


                                                                                 La poesía de  Begoña Abad

 


Mater Amabilis  


Mi madre no recuerda el nombre de su madre.

Ha olvidado el camino de regreso a la vida,

no sabe usar el peine, ni la cuchara,

se pone, casi siempre, la chaqueta al revés

y revuelve cajones en su memoria,

pero siempre sonríe al escuchar mi nombre.

Mi madre no recuerda si tuvo algún amante,

si ha viajado muy lejos, si ha perdido algún tren,

dónde están sus anillos, si alguna vez fue guapa,

que le gustaba tanto el Chinchón y el café,

que las letras unidas tienen significado

y que el perro que amaba nos dejó ya hace un mes.

Mi madre me recuerda, sin amargura,

lo que yo he olvidado tan tontamente,

la oración de su abuela que me dormía

las canciones de cuna que me cantaba,

y unas romanzas moras que, en letanía,

desgrana mirando por la ventana.

Mi madre y yo sujetamos recuerdos olvidados

como podemos, a veces con dolor,

otras con risas, siempre con esperanza.


 



LA MEDIDA DE MI MADRE


No sé si te lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde poder querernos.




NO NECESITO UN HIJO QUE ME QUIERA



No necesito un hijo que me quiera,

ni que sea feliz, ni hermoso,

ni que triunfe y me sonría,
ni un hijo que me cuide,
me proteja, me tutele.
Necesito, simplemente,
un hijo que me sobreviva
y al que poder amar hasta el final.
Si me faltara,
¿qué haría yo con tanto amor
como me crece para él
cada mañana?








 NO TENGO




No tengo hipoteca, no tengo dueño.
No tengo coche, no me conducen.
No tengo título, no me admiran.
No tengo grupo, nadie me retiene.
No tengo deseos, nada me ata.
No tengo sexo, nadie me entiende.
No tengo futuro, soy dueña del hoy.
No tengo resentimiento, nadie me inquieta.
No tengo deudas, nadie me persigue.
No tengo dioses, nadie me condena.
Soy demasiado mayor para estas cosas,

por eso soy obscenamente feliz.



Begoña Abad


Nací para aprender y saberlo me mantiene humildemente feliz y eternamente asombrada.

martes, 24 de enero de 2017

FELICIDAD CLANDESTINA

Un cuento






FELICIDAD CLANDESTINA



Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía eramos chatas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.



No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos.

Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como "fecha natalicio" y "recuerdos".

Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.

Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como al pasar, me informó que tenía El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.

Era un libro gordo, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente pasaba por la casa de ella me lo prestaría.

Hasta el día siguiente, de alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía, flotaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.

Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, y no me caí una sola vez.

Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era sereno y diabólico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviese al día siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el curso de la vida, el drama del "día siguiente" iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como aquélla.

Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta esta mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que era propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras se ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.

Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la madre. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos. Hubo una confusión silenciosa, entrecortado de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no entender. Hasta que, madre buena, entendió al fin. Se volvió hacia la hija y con enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera querías leerlo!

Y lo peor para la mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos espiaba en silencio: la potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena, le ordenó a su hija:

-Vas a prestar ahora mismo ese libro.

Y a mí:

-Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras. ¿Entendido?

Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: "el tiempo que quieras" es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.

¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.

Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.

A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante.


CLARICE LISPECTOR

















Despues de leer un buen libro uno regresa mejor. Nunca se es el mismo.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...